Mark Spencer se habia jubilado hacia apenas unos meses, en su buro habia una pequeña pistola. Mark vivia solo, su esposa habia muerto en un accidente automovilistico cinco años antes y no habian tenido hijos. A menudo le gustaba salir al balcon a ver el cielo moverse lentamente mientras se drogaba con aire comprimido, marihuana, lcd o cualquier otra sustancia narcotica. En el sotano tenia una coleccion de armas: revolveres colt, escopetas remington, spas, uzis, berettas, una m16, granadas y municiones. Tambien le gustaban las explosiones y a menudo hacia reventar objetos de todos los tamaños con polvora, dinamita y explosivos caseros. En su trabajo habia viajado por el mundo y habia conocido mas cosas de las que el hubiera querido conocer, desde su punto de vista el conocia demasiado bien al hombre y era por esa razon que le parecia tan desagradable. Mañana iria a la ciudad y no lo deseaba sino lo necesitaba ya que queria comprar viveres, libros, peliculas y discos de musica. No era un hombre tonto ni violento, solo profesaba un odio puro y concentrado contra la humanidad. Le gustaba toda clase de musica, especialmente el Jazz y el Metal. Leia noticias, novelas, cuentos y poesia. El cine le agradaba tambien, su casa amplia, comoda y lujosa tenia todo lo que el necesitaba, una señora muy discreta se encargaba de la comida y limpiar, un jardinero pasaba tres veces por semana y Mark no necesitaba nada mas. De vez en cuando recibia una llamada telefonica y una voz femenina se dejaba escuchar por el auricular. No sabemos de quien era esa misteriosa voz. Algunas noches Mark salia de su casa, subia a su moto y no regresaba hasta el amanecer.
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